Capítulo de Caballeros Penitentes de Cristo Redentor - Toledo

Año: 2016

Reflexiones ante el hallazgo de la Santa Cruz

Reflexiones ante el hallazgo de la Santa Cruz (8)

Roberto Jiménez Silva

El sacro instrumento de nuestra salvación, la Santa Cruz en que se consumó la gran obra de la redención de los hombres, había estado desaparecido durante tres siglos. La devota madre del primer Emperador cristiano descubrió esta delicada joya oculta bajo los escombros de lo que fue el Calvario. Este acontecimiento ocurrió en el año 326 d.c.; el año 21 correspondiente al Imperio de Constantino; el año 13 del Pontificado de San Silvestre. Pero no siempre se ha estado de acuerdo con estas fechas.

Reflexionemos históricamente sobre la controversia más polémica:

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Invención de la Santa Cruz

¿Cuándo y cómo se instituyó esta fiesta?

Después de haber ocupado los romanos la ciudad de Jerusalém, queriendo hacer desaparecer todo lo que pudiera recordar el gran misterio de la Redención, ejecutaron grandes trabajos sobre el monte Calvario. Terraplenaron todo el lugar, rellenaron la gruta del Santo Sepulcro, y edificaron sobre este sagrado suelo un templo dedicado a la diosa Venus.

Constantino el Grande, emperador romano, hijo de Constancio I Cloro y Flavia Julia Elena, que se convirtió a la nueva fe, y que por el Edicto de Milán hizo del cristianismo la religión oficial del estado, resolvió devolver a estos venerados lugares el honor del que se les había querido despojar y mandó que el templo de la diosa fuese reemplazado por una magnífica iglesia. Este emperador encargó los trabajos que fuese necesario ejecutar a San Macario, llamado el Viejo, Obispo entonces de Jerusalém. Pero la emperatriz Elena, madre de Constantino, animada de los mayores deseos de ver concluido cuanto antes este piadoso designio, quiso dirigir por sí misma la ejecución de las obras. Con éste ánimo fue a Jerusalém hacia el año 326, y habiéndose informado exactamente del lugar en que Cristo Redentor había sido crucificado,
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TRIUNFO DE JESUS SOBRE LA MUERTE

¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? (1 Co 15, 55)

Príncipes de Hus y de Edom, de Menphis y de Tiro, de Etiopia y Asiria, escuchad las palabras del que sentado en el Trono de su inmensidad derrama los rayos del sol sobre los buenos y los malos; de aquel a cuyos pies caen las potestades del mundo como trofeos de su poder, y en cuya presencia dobla la cerviz el tigre y tiembla el león cual débil caña.

Esta es la Palabra del Señor que fue dirigida a Oseas, hijo de Beerí, en tiempo de Ozías, Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Isarel: ¿De la garra del Seol los libraré, de la muerte los rescataré?¿Dónde están, muerte, tus pestes, dónde tu contagio, Seol? (Oseas 13,14)

El Profeta considerado como el padre del Judaísmo en su línea más pura, vaticinó antes de este modo: ¡Oh esperanza de Israel, Yahveh, Salvador suyo en tiempo de angustia! ¿Por qué has de ser cual forastero en la tierra, o cual viajero que se tumba para hacer noche? ¿Por qué has de ser como un pasmado, como un valiente incapaz de ayudar?. (Jer 14, 8 – 9)

Había dicho también el hijo de Amós: Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar.
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Salmo 50 Miserere

Hace ya algún tiempo que, estudiando documentos antiguos, me encontré con esta “recreación poética” sobre el Salmo 50: “Miserere”. Puesto que nuestro Capítulo de Caballeros Penitentes de Cristo Redentor, tomó este Salmo Penitencial para que se entonase durante el recorrido de la Procesión. Será bueno que todos meditemos con él.
Versículo: Miserere méi, Déus, secúndum magnam misericordiam tuam.
Recreación poética:
Ten, mi Dios, mi bien, mi amor, misericordia de mí;
ya me ves postrado aquí con penitente dolor;
ponga fin a tu rigor una constante concordia;
acábese la discordia que causó el yerro común,
y perdóname según
tu grande misericordia.
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La Semana Santa

¿A qué se debe este título?

Se conoce con este nombre la semana que empieza el Domingo de Ramos y termina el sábado, antes de la fiesta de Pascua. Precede a la Semana Santa otra que, no hace tanto tiempo, se llamaba de Pasión, y no porque en ella padeciese verdaderamente Cristo Redentor, sino porque, durante esos días las autoridades judías deciden la pasión y muerte de Jesús. Por eso la Iglesia, al menos antiguamente, comenzaba a dar muestras en ella del dolor que la entristecía al contemplar a un Dios inmortal padeciendo en carne mortal. Para concienciar sobre esta pena, despojaba los altares de sus adornos, y cubría con unos velos todas las imágenes, particularmente las de Jesucristo.
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El Cirio Pascual

EL CIRIO PASCUAL

El P. Esteban de Terreros y Pando, en su Diccionario, entiende por Cirio Pascual: “…una masa grande de cera que se enciende el Sábado Santo para que sirva todo el Tiempo Pascual”.

El Diccionario de la Real Academia Española le llama: “…cirio grueso, al cual se le clavan cinco piñas de incienso en forma de cruz. Se bendice el Sábado Santo, y arde en la iglesia desde aquél día mientras la Misa y las Vísperas hasta el de la Ascensión del Señor, que se apaga acabado el Evangelio”.
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La corona de espinas

A lo largo de distintas investigaciones, se han emitido diferentes opiniones acerca de las espinas con las que se elaboró la Corona de Cristo Redentor.

“Según la tradición latina de Jerusalén”, escribe François-René Chateaubriand en L’itinéraire de Jerusalém a París, cuarta parte: “la corona de Jesucristo fue hecha del árbol al que los naturalistas dan el nombre de Lycium spinosum”. El género Lycium proviene del latín, nombre romano del jugo medicinal del espino de tintes Rhamnus saxatilis de la genciana, y de otras varias plantas, que se tomó del griego Lýkion nombre de un arbusto espinoso de Licia (Asia Menor), que tenía hojas semejantes a las del boj, denominado también Pyxacántha. El arbusto toma el nombre de su lugar de origen, del griego Lýkios: licio, de Licia (griego Lykía). Aunque recientes investigaciones apuntan a que en realidad, Chateaubriand, podría estarse refiriendo verdaderamente al Sarcopoterium spinosum (Pimpinela espinosa), un arbusto muy enmarañado de unos 30 ó 60 cm de altura. Lanoso, con ramas laterales sin hojas y terminadas en una doble espina de 5-10 mm de largo.
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