Invención de la Santa Cruz

¿Cuándo y cómo se instituyó esta fiesta?

Después de haber ocupado los romanos la ciudad de Jerusalém, queriendo hacer desaparecer todo lo que pudiera recordar el gran misterio de la Redención, ejecutaron grandes trabajos sobre el monte Calvario. Terraplenaron todo el lugar, rellenaron la gruta del Santo Sepulcro, y edificaron sobre este sagrado suelo un templo dedicado a la diosa Venus.

Constantino el Grande, emperador romano, hijo de Constancio I Cloro y Flavia Julia Elena, que se convirtió a la nueva fe, y que por el Edicto de Milán hizo del cristianismo la religión oficial del estado, resolvió devolver a estos venerados lugares el honor del que se les había querido despojar y mandó que el templo de la diosa fuese reemplazado por una magnífica iglesia. Este emperador encargó los trabajos que fuese necesario ejecutar a San Macario, llamado el Viejo, Obispo entonces de Jerusalém. Pero la emperatriz Elena, madre de Constantino, animada de los mayores deseos de ver concluido cuanto antes este piadoso designio, quiso dirigir por sí misma la ejecución de las obras. Con éste ánimo fue a Jerusalém hacia el año 326, y habiéndose informado exactamente del lugar en que Cristo Redentor había sido crucificado,
ordenó que, después de arrancar hasta los cimientos el templo de Venus, se hiciese en el mismo terreno una profunda excavación. Estos trabajos dieron el resultado que se buscaba: el Santo Sepulcro fue descubierto; y, no lejos del mismo lugar, se hallaron sepultadas tres cruces, casi enteramente iguales. Se consideró irrefutable que una de ellas debía de ser la cruz de Cristo, y las otras dos las de los ladrones que con él habían sido crucificados. Pero, ¿cuál de aquellas tres cruces era el precioso instrumento de la Redención? Nada había que lo indicase. En esta incertidumbre, después de haber solicitado por medio de ayunos y súplicas fervientes que el Espíritu les iluminase, se juzgó oportuno extender sobre estas tres cruces el cadáver de un hombre fallecido hacía días. Desde que este cadáver tocó la cruz que se buscaba, como si de otro Lázaro se tratase, rompió las ataduras de la muerte y volvió a la vida.

Este suceso es referido por San Paulino, cuya historia forma las lecciones para la fiesta de la Invención de la Santa Cruz en algunos breviarios antiguos.

Otros, por el contrario, refieren que, para descubrir la verdadera cruz, hizo San Macario llevar las tres cruces a casa de una señora gravemente enferma, la cual recobró inmediatamente la salud con el contacto de la verdadera cruz. Así relatan este hecho algunos autores contemporáneos y con ellos el Breviario Romano. Aunque muy bien pudo suceder que se hiciesen ambas pruebas y, de ahí la diversidad con que hablan los autores.

Satisfecha la emperatriz Elena con este precioso descubrimiento, dividió la cruz en dos partes, y dejando una en Jerusalém envió la otra a Constantinopla.
San Cirilo atestigua que, en su condición de Patriarca, sucesor de San Macario, y a imitación de su Santo predecesor, había ido dando partículas de la Santa Cruz a un gran número de peregrinos que se acercaban a visitar los Santos Lugares.

La parte de cruz que se envió a Constantino por su piadosa madre, fue recibida con gran veneración por el emperador. Una parte de esta preciosa reliquia fue puesta dentro de un globo de oro que tenía en su mano derecha la estatua de Constantino, que por entonces se había colocado en la plaza principal de la nueva ciudad a la que acababa de dar su nombre; en el exterior del globo se leía lo siguiente: ¡Oh Cristo, mi Dios! yo os encomiendo esta ciudad.

Todo esto tuvo lugar en el mismo año de la Invención de la Santa Cruz, o sea en 326. Un nuevo templo se construyó en el mismo sitio en que se encontró el sepulcro, llamándose, a partir de entonces, del Santo Sepulcro o Anástasis, que quiere decir Resurrección.

Según algunos autores, la fiesta de la Invención de la Cruz, fue instituida por el sucesor de San Marcelo en la sede Papal, San Eusebio, contemporáneo de Santa Elena, y se le asignó, ya entonces, el 3 de Mayo, esto es, el mismo día en que tuvo lugar tan precioso descubrimiento.

En el siglo XVIII, el Sumo Pontífice Benedicto XIV, erudito eclesiástico, muy versado en derecho civil y canónico, y reputado hombre de gobierno, sin menoscabo, sentó los principios básicos de la canonización de los santos, siendo gran protector de la cultura y, ante todo esto, de una opinión diferente, atribuyendo a otro Papa, San Silvestre I, aquél que convocó el I Concilio de Nicea y fue sucesor de San Melquíades, la institución de esta fiesta.
Parece que al principio la fiesta sólo se celebraba en el templo edificado en el Santo Sepulcro, y que, después, a medida que para satisfacer la devoción de los fieles se llevaban las reliquias de la Santa Cruz a otras partes, se iba también generalizando la fiesta de la Invención.

El Oficio fue compuesto en el siglo XIV por orden del Pontífice Gregorio XI, el último de los Papas de Aviñón.

IMAGEN: La Emperatriz Elena con la Cruz de Cristo, hallada en una cantera excavada en un foso paralelo a la muralla de la ciudad de Jerusalén.
Roberto Jiménez Silva

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