No fue nada fácil encontrar una imagen que cumpliera con los mejores requisitos orientados a testimoniar el carisma penitencial que figuraba en el proyecto fundacional.

La perseverancia de Don Tomas Martín Ruiz y Don Cruz Loaysa, a quienes se había encomendado la difícil misión de búsqueda, encontró allanado el camino cuando, tras de haberse recorrido varios conventos toledanos, las RRMM Dominicas del Monasterio de Santo Domingo el Real, pusieron ante sus atónitos ojos una escultura de talla de madera policromada, que representaba a Cristo con la Cruz a  Cuestas, en una de sus caídas camino del Calvario, que guardaban celosamente en la parte de la clausura correspondiente al Coro. A partir de ese momento, se acabaron las dificultades, no solamente en cuanto a la cesión de la imagen, sino a todo lo relacionado con ella para cuidarla y tenerla a punto todos los años para dedicarle los correspondientes cultos.

Desde que pasó a ser titular del Capítulo de Caballeros Penitentes que se acogieron bajo su advocación con el nombre de Cristo Redentor, fue objeto de un repaso restaurador tanto su talla como su policromía. Esta tarea le fue encomendada al artista toledano Don Mariano Guerrero Malagón, quien puso en su trabajo el mayor interés en no desvirtuar bajo ningún concepto las cualidades de esta imagen tallada en madera y policromada.

Durante muchos años han permanecido ocultos determinados aspectos relacionados con la talla de Cristo Redentor, hasta que, a últimos de la década de los años ochenta, Don Roberto Jiménez Silva, miembro del Capítulo Mayor, sugirió y así se acordó, que la sagrada imagen fuese sometida a una acción restauradora. Se le encomendó dicha restauración al artista toledano Don Luciano Gutiérrez Gómez, quien con sus conocimientos sobre escultura, policromía e Historia del Arte, fue dando a conocer, a medida que avanzaba el estudio y labor restauradora en el Santo Cristo una serie de datos que venían a  enriquecer, aún más, las cualidades artísticas de la imagen Redentora.

La imagen está tallada en madera y el restaurador la calificó como “obra del siglo XVIII, de autor anónimo”

El artista investigó  bajo las capas de pintura de la parte del ropaje, y halló “una greca  finísima y de muy buenos trazos, tanto por su dibujo como por su acertado y armonioso colorido, greca que se ha recuperado en su totalidad, con grandes esfuerzos.

En la parte de la cabeza, “de dulce expresión”, y según el informe del restaurador, se hallaron “gotas de sangre que están realizadas con una especie de resina clarificada imitando rubíes..”

La imagen, ha sido propiedad de las religiosas Dominicas hasta el año 2013, en que se firmó un convenio de cesión indefinida a favor del Capítulo en las condiciones reseñadas en el documento firmado a 9-juio-2013.

Extracto del Libro «Síntesis Histórica del Capítulo de Caballeros Penitentes de Cristo Redentor» de J.J. Peñalosa.