La túnica de Nuestro Señor (10)

LA TÚNICA DE NUESTRO SEÑOR

Roberto Jiménez Silva

¿Qué fue de esta vestidura?

Se sabe que los hebreos llevaban en tiempos de Jesucristo dos vestidos exteriores, uno el chetonet (túnica entre los romanos,) y otro que iba por encima de ella y que era una especie de manto o capa; la primera se hacía de lino o algodón, tenía mangas largas y anchas, llegaba por debajo de las rodillas y se ataba por medio de un ceñidor o cinturón. La capa por su parte, era un pedazo de tela cuadrado que se llevaba sobre el hombro y cuyo color era generalmente blanco o púrpura.

E aquí el reparto de los vestidos según el Evangelio de San Juan (Jn. 19, 23-24): Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: <>. Para que se cumpliera la Escritura: “Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica”. Y esto es lo que hicieron los soldados.

La túnica de Cristo Redentor fue, según la tradición, tejida por la Santísima Virgen, sin costura alguna; la piedad popular habla de que, creció a la vez que crecía su Divino dueño y no se gastó ni usó nunca. Acabamos de leer que los soldados la jugaron a los dados al ser crucificado el Salvador, pero era una reliquia demasiado preciosa para que se perdiera; así que, rescatada o comprada por la Verónica o por otras personas, se conserva hoy en día para que puedan venerarla los fieles.

La Providencia quiso que fuera Tréveris, la diócesis más antigua de Alemania y la ciudad natal de Carlos Marx, la que poseyese este insigne tesoro que, según parece, le fue donado por la Emperatriz Santa Helena después de haber descubierto la verdadera Cruz y otras reliquias de la Pasión, y que como sabemos conservó en Jerusalén o repartió entre otras poblaciones. Como Santa Helena había vivido largo tiempo en Tréveris (hay quien opina que era su ciudad natal), una localidad situada al oeste de Alemania, (lindando con Francia, Bélgica y Luxemburgo), que a orillas del Mosela estaba considerada en aquella época como la “segunda Roma”, y como amaba a su Obispo San Agrocio, resulta natural que de las riquezas que encontró en Jerusalén le enviase una de las más estimadas.

San Agrocio ocultó esta reliquia en su Catedral; un templo que incorpora los restos de una antigua iglesia del siglo IV; y lo hizo con mucho acierto, pues Tréveris fue tomada y saqueada cuatro veces por los bárbaros en el siglo V. Así se conservó la reliquia, pero así también se perdió la memoria del sitio donde estaba y permaneció oculta hasta 1196, en que Juan I la descubrió al ejecutar las obras de reconstrucción de la Catedral de San Pedro.

Después de éste hallazgo se hizo exponer públicamente la Túnica Sagrada a la veneración del pueblo el 1 de Mayo, fiesta de San Felipe y Santiago, pero enseguida se guardó bajo el altar mayor.

Así estuvo otros tres siglos, hasta que el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Maximiliano I, (1459-1519) convocó la Dieta del Imperio para Tréveris en 1512. El Emperador, viendo reunidos a su lado tantos príncipes y señores, pidió al Obispo les enseñara la Túnica Sagrada; éste se resistió obstinadamente diciendo que no era costumbre, pero, al fin, de acuerdo con el cabildo, decidió mostrarla.

Con gran solemnidad y después de largas oraciones públicas, se abrió el altar mayor el 14 de Abril ante todo el clero y pueblo, encontrándose un armario artísticamente trabajado de madera y marfil, con un sello cerrado, el cual decía: “Túnica inconsútil de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Se expuso a la veneración por primera vez el 3 de Mayo de 1512, plegada, pero los príncipes deseaban verla por completo y al día siguiente pudieron contemplarla desplegada. Cuentan las crónicas que el mismo Emperador se arrodilló ante ella.

El gran impacto que causó su exposición despertó la piedad entre los fieles y motivó pedirle al Papa que permitiera exhibirla cada siete años; su Santidad León X, (aquél Pontífice que no sopesó la importancia y las consecuencias del conflicto con Martín Lutero hasta que éste quemó la Bula de su excomunión en 1514), así lo acordó, concediendo indulgencia plenaria a los que acudieran a visitarla.

Pero, precisamente antes de que volviera a exponerse, estalló la rebelión luterana. Tréveris fue sitiada y se hizo necesario demorar la exhibición desde 1522, año que correspondía, hasta 1531. Desde entonces, nuevas guerras fueron impidiendo la exposición que había sido concedida cada siete años, saliendo solo a la luz la Santa Reliquia cuando el país estaba en plena paz. Así, fue pronto para los católicos un signo de ventura y tranquilidad el poder asistir a la peregrinación de Tréveris, aunque sólo cuatro veces pudieron ir en el siglo XVI. No empezó con mejores auspicios el XVII; más bien al contrario, la guerra obligó a ocultar la Santa Reliquia hasta 1648 y trasladarla a Colonia. De vuelta a Tréveris fue expuesta en 1655, y entonces, acudió tanta gente a venerarla que, fue preciso derribar una ventana de la Catedral para que la muchedumbre pudiera verla desde fuera; o señalar los días en que habían de acudir las peregrinaciones de los pueblos; así como, tomar medidas para alojar y alimentar a la piadosa multitud que acudió a Tréveris.

Esta manifestación solemnísima de la devoción alemana no pudo repetirse; nuevas guerras obligaron a trasladar la Reliquia de la Túnica Sagrada a una fortaleza cerca de Colonia hasta que en 1734 pudo ser venerada de nuevo.

El príncipe elector Federico Luis, hizo construir entonces un relicario de plata sobredorada para guardarla, pero nuevas guerras obligaron a volverla a encerrar en la fortaleza y entonces quedó en poder de los protestantes de Augsburgo. El Obispo de Tréveris consiguió a duras penas sacarla de sus manos y volverla a su Catedral en 1810. El entusiasmo que produjo su llegada fue indescriptible. Toda la ciudad se engalanó, se cubrieron las calles por donde pasaba de alfombras de flores, y los habitantes de Tréveris consideraron aquel día glorioso. Se expuso a los fieles la Túnica Sagrada desde el l9 al 27 de Septiembre y los peregrinos acudieron a visitarla como aún en nuestros días acuden, con gran fervor.

Las investigaciones y el examen arqueo-textil que se llevó acabo sobre la Túnica Sagrada entre 1973 y 1974, no puede aún decirnos de qué esta hecha ni cuál es su color. Unas veces parece púrpura, otras parda, otras de amarillo pálido. No tiene ninguna costura, es ligera y fina, y no se ha podido tampoco determinar de qué hilo está confeccionada. Algunos autores coinciden en creer que está tejida con “filamento de ortiga”, pero el caso es que no se sabe de cierto.

En cambio, sí se ha podido medir muy bien: “toda la Túnica, comprendidas las mangas, tiene cinco pies y cuatro pulgadas de anchura en lo alto, dos pies y tres pulgadas en el pecho, tres pies y siete pulgadas al fin. Su altura es de cinco pies, y una y media pulgadas por la parte de detrás, y un poco menos por delante”.

Las últimas noticias nos llevan a nuestros días, ya que, con ocasión del V Centenario de la primera ostensión pública, el cardenal Marc Ouellet (nombrado enviado especial por el Papa Benedicto XVI) presidió en nombre del Pontífice la ceremonia de apertura del peregrinaje para la ostensión de la “Heiliger Rock” en la catedral alemana de Tréveris.

La inauguración del peregrinaje (del 13 de abril al 13 de mayo de 2012), de la que se encargó oficialmente el purpurado canadiense y Prefecto de la Congregación para los Obispos, indica la importancia que Su Santidad Benedicto XVI quiso atribuir a este particular evento.

La Túnica se conserva extendida en un relicario de la Cámara Sacra de la Catedral de San Pedro adonde acuden los peregrinos a rezar por la unidad de la Iglesia y la reconciliación del mundo con la siguiente oración: “Jesucristo, Salvador y Redentor, ten misericordia de nosotros y de todo el mundo. Acuérdate de tu cristiandad y congrega lo que está separado”.

Cuantos hemos tenido la dicha de contemplarla, nos hemos sentido conmovidos por el amor y el respeto, y como bajo la influencia de un poder sobrenatural.

(Imagen: Túnica Sagrada que se venera en Tréveris)

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